martes, 3 de diciembre de 2013

TRUCOS PARA ENSOÑAR Y CASTAÑEDA

TRUCOS PARA ENSOÑAR Y CASTAÑEDA


Muchas personas consideran que el maestro peruano Carlos Castañeda fue un especulador, aun las personas que lo leyeron creen que sus escritos sobre su Maestro Yaqui don Juan son producto de su fantasía.

Personalmente leí un libro de él hace muchísimo tiempo, del que ya no me acuerdo como se llamaba, a instancias de otro amigo que después se volvió Chaman. Mi amigo estaba obsesionado con el consumo de ciertas plantas Maestras Sicotrópicas. Con el tiempo se especializó en la Ayahuasqa, de la que se volvió Maestro y daba Iniciaciones.Ahora ya no está más en este plano pues murió de cirrosis; lo que el médico observó debido al excesivo consumo de la planta. Yo pienso que así fue....que hay que tener cuidado con nuestro cuerpo.Me acuerdo que tuvimos un intercambio de ideas con un siquiatra, en el que concluimos que esa pudo ser la razón, pues el hígado es el filtro del cuerpo humano...pero cada uno es libre de hacer su viaje en este mundo.

Pero volviendo al tema, después de casi 30 años llegó a mí un texto de Castañeda, que lo único que hace es corroborar la impresión de Lobo Blanco al respecto. Efectivamente Castañeda y su maestro Don Juan son verdaderos maestros Chamanes, y de los muy avanzados.
La gente no lo entiende , pues la percepción de Castañeda va más allá de la mente, y la gente está en la mente. Un niño de jardín no puede comprender  lo que se hace en la universidad. Para ello necesita estudiar, pero en este caso es experimentar, lo que casi nadie hace.Por eso Lobo Blanco me sugiere que te de estos pequeños trucos para mejorar los procesos de Ensoñacion o Puñuq en Quechua (transcribo de un escrito de Carlos Castañeda):

"Para enseñarme cómo lograrlo, don Juan solía hacerme caminar durante kilómetros con los ojos fuera de foco, fijos en un plano unos cuantos grados por encima del horizonte, a fin de realzar la visión periférica. El método fue efectivo por dos razones. Me permitió detener mi diálogo interno después de años de práctica, y entrenó mi atención. Al forzarme a una concentración en la vista periférica, don Juan reforzó mi capacidad de concentrarme, por largos periodos de tiempo, en una sola actividad.

Después, cuando logré controlar mi atención y ya fui capaz de trabajar por horas en cualquier tarea -algo que antes nunca pude hacer-, don Juan me dijo que la mejor manera de entrar en ensueños era concentrándome en el área exacta en la punta del esternón. Dijo que de ese sitio emerge la atención que se requiere para comenzar el ensueño. La energía que necesita uno para moverse en el ensueño surge del área tres o cuatro centímetros bajo el ombligo. A esa energía le llamaba la voluntad, o el poder de seleccionar, de armar.

En una mujer, tanto la atención como la energía para ensoñar, se origina en el vientre.

-El ensoñar de una mujer tiene que venir de su vientre porque ése es su centro -dijo la Gorda-. Para que yo pueda empezar a ensoñar o dejar de hacerlo, todo lo que tengo que hacer es fijar la atención en mi vientre. He aprendido a sentirlo por dentro. Veo un destello rojizo por un instante y luego ya estoy fuera.

-¿Cuánto tiempo te toma llegar a ver esa luz rojiza? -le pregunté.

-Unos cuantos segundos. En el momento en que mi atención está en mi vientre, ya estoy en el ensoñar -continuó-. Nunca batallo, nunca jamás. Así son las mujeres. Para una mujer la parte más difícil es aprender cómo empezar; a mí me llevó un par de años detener mi diálogo interno concentrando mi atención en el vientre. Quizás ésa es la razón por la que una mujer siempre necesita que otro la acicatee.

"El nagual Juan Matus me ponía en la barriga piedras del río, frías y mojadas; para hacerme sentir esa área. O me ponía un peso encima; yo tenía un trozo de plomo que él me consiguió. El nagual me hacía cerrar los ojos y concentrar la atención en el sitio donde yo sentía el peso. Por lo regular me quedaba dormida. Pero eso no lo molestaba. Realmente no importa lo que uno hace en tanto la atención esté en el vientre. Por último aprendí a concentrarme en ese sitio sin tener nada puesto encima. Un día empecé solita a ensoñar. Como siempre, comencé por sentir mi barriga, en el lugar donde el nagual había puesto el peso tantas veces, luego me quedé dormida como siempre, salvo que algo me jaló directo adentro de mi vientre. Vi un destello rojizo y después tuve un sueño de lo más hermoso. Pero tan pronto como quise contárselo al nagual, me di cuenta de que había sido un sueño común y corriente. No había modo de contarle cómo había sido. Del sueño yo sólo sabía que en él me sentí muy feliz y fuerte. El nagual me dijo que yo había ensoñado.
"A partir de ese momento ya nunca más me volvió a poner un peso encima. Me dejó hacer mi ensoñar sin interferir. De vez en cuando me pedía que le contara cómo iban las cosas, y me daba consejos. Así es como se debe de llevar a cabo la instrucción del ensoñar.""

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